sábado, 11 de agosto de 2012

El ocaso de un gran amor.

Si no querés llorar con un final triste, no sigas leyendo este cuento, y quédate con todo lo hermoso que he narrado en los primeros cuatro capítulos
CUENTO CORTO: Solo un sorbo de Felicidad.
Por Tommy Eduardo Bell

CAPÍTULO 5 : El ocaso de un gran amor. 

                                                           
En las primeras semanas de noviembre, comenzaron a aparecer las primeras nubes del huracán que arrasaría con este gran amor.

Me apresuro a decir que esas nuebes, aparecieron en mi cielo primeramente, no en el de Natalia.

La dualidad de mi vida se me hacía insostenible. Por un lado, estaba el Padre Hector, que a los 35 años habìa dedicado toda su vida a su vocación, preparándose para ella desde su niñez, con esa meta, de llegar al sacerdocio. Desde niño siempre supe que serìa sacerdote, y en mi adolecencia me preparé para ello efocando todos mis estudios a ese fin. Cuando estaba en mi parroquia de Saavedra,  sabìa que para eso habìa nacido y que estaba cumpliendo con lo predestinado para mi vida. 

Por otra parte, desde hacìa tres meses, más precisamente desde cuando Natalia habìa llegado a mi vida, Hector Romano sabìa que no podrìa vivir sin ella.


Llegué a la conclusiòn que no habìa salida para mi dilema. Estaba entre la espada y la pared. O mejor dicho, entre dos espadas, y sin ningún lugar a donde refugiarme. 

Muchos pensarán que mi posiciòn era muy cómoda e irresponsable. Irresponsable, si, (aunque me consolaba saber que desde la noche en que vi a Natalia por primera vez, había quedado totalmente imposiblitado para resistirme a tu atracciòn. Pero .... ¿cómoda?
No, de ninguna manera.
La disyuntiva se habìa convertido en un tormento, ya que me sentìa incapáz de decidirme por ninguno de los dos posibles caminos a seguir.  Pero una cosa era cierta. No los podia tener a los dos, o mi vocaciòn o Natalia, pero ambos, eran incompatibles. 

Cuando estaba en Saveedra, me hacìa fuerte en el sacerdocio, y pensaba que se lo podrìa explicar. Sabìa que ella lo entendería. Es más, ahora estoy seguro que lo habría entendido.

Pero cuando estaba con ella, me negaba rotundamente a perderla y jamàs le presenté la posibilidad de dejar nuestra relaciòn. Es más, como se dice futboleramente "pateé la pelota para adelante", y le dije, sin que ella me lo pidiera, que cuando los chicos terminaran las clases, dejaría todo para estar con ella. Eso me daba tiempo hasta principios de diciembre y asì, podrìa juntar fuerzas para dar ese paso y tomar una decisión definitiva. Pero aún en el mismo momento de realizar esa promesa, sabìa que no la podrìa cumplir, y se me partìa el alma. 

Fue entonces que me empezaron los mareos. Sentía como que las cosas a mi alrededor giraban, lentamente, pero luego cada vez más rápidamente, hasta que perdía el conocimiento en un vértigo total.
En ese entonces lo atribuí al estrés sicológico de esta situaciòn que me despedazaba por dentro, pero ahora, mirándo todo retrospectivamente, y a la distancia, pienso que era el efecto de la anfetamina, porque luego de pasar la tormenta, y cuando dejé de lado el Aderán Comprimido S, estos síntomas tambièn se fueron. De todos modos, algo sucediòn  en mí,  que me llevó a la locura final y me impidió analizar las cosas como eran en realidad, empujándome a un mundo de mentiras fantasiosas. 
En ese año de 1974, ocurrieron cosas tremendas en la sociedad en que vivíamos. En el mes de julio, cuando conocí a natalia, habia fallecido el Tte. General Juan Domingo Perón, por entonces presidente de Argentina, dejando el gobierno en manos de una inepta, su esposa Isabel, dominada por un desequilibrado, Lopez Rega, quién dirigía la tristemente famosa triple A, en franca guerra con los movimientos de Montoneros y el ERP, (Ejèrcito Revolucionario del Pueblo). Los Montoneros de Firmenich, habìa asesinado a un sindicalista, José Ignacio Rucci, y luego tambièn al ex Ministro del Interior del Presidente Lanusse, el Dr. Julio Mor Roig.
Apoyando esas ideologìas, dentro de la Iglesia, crecía el movimiento de los Curas Tercermundistas, y llegò a mis manos un libro escrito por el Padre teólogo, Gustavo Gutierrez, "La Teologìa de la Liberaciòn".
Todo se armó como si fuera un rompecabezas, para darme lo que yo creía que serìa una salida a mi problema.
Siendo que yo no era capáz de tomar una decisiòn, obligaría a Natalia a que ella la tomara, a que ella misma tomara la decisiòn que me hubiera correspondido tomar a mi.  Para eso junté todo lo que estaba pasando en el país...... la actividad de los Montoneros y el ERP, la Triple A, la Teologìa de Liberaciòn de la iglesia, y aprovechando un problema que Tenìa Natalia con su ex marido, lanzé mi primer gran mentira.
 Le dije que estaba en un movimiento clandestino y que tenìa amigos, le dí los nombres inclusive, y le dije que ellos podrían eliminar a Horacio.
No sé què pensó Natalia en ese momento, si me creyó o no, pero se negò rotundamente. Yo cotaba con esa negativa, pero sutilmente, ya le habia colocado una duda.  Si Natalia me creía, se iba a alejar de mí por el solo hecho de estar metido en cosas tan feas, y si no me creía, también se alejaría, ya que evidentemente, se daría cuenta que yo tenìa un desequilibrio sicológico. Pero no, ella parecía seguir tan enamorada de mí como antes, y dispuesta a dejar pasar esta incomprensible propuesta mía.   
Mi segunda gran mentira, fúe mucho más elaborada.
Uno de mis colaboradores, Eugenio Andreópulos, recibió una beca en los EEUU y se tenía que ausentar por tres meses. El tenía un citroen verde loro, y me pidió que por lo menos una vez por semana, fuera a su casa para ponerlo en marcha. Pensé en tomarlo prestado, y llevárselo a Natalia, (con burdos documentos falsos de una compra ficticia) y decirle que habìa robado ese auto para ella. Seguramente que allì nomás me lo rechazaría, y nuevamente, tomaría la decisión de terminar nuestra relaciòn. Pero ocurrió algo inesperado. Natalia aceptó quedarse con el citroen, y lo utilizò en Quilmes durante una semana. Inclusive, con ese vehìculo, un sábado me vino a ver a un centro de actividades juveniles que teníamos en un lugar cerca de General Pacheco. 
Pero, afortunadamente, decidió que no se podía quedar con un auto robado. Nunca entendí bien como se lo había explicado a su papá, pero el sabio Sr Del Molino le dijo a Natalia que había algo mál en los documentos del auto y que sería mejor que me lo devolviera. Y Natalia, sabiamente, le hizo caso. Dejamos el auto abandonado en un parque que hay detrás de la Casa Rosada en Buenos Aires, antes de llegar al Ministerio de Defensa, en Paséo Colón. Claro, depués de llevar a Natalia de regreso a Quilmes, pasé a buscar el citroen verde loro, y lo devolví a la cochera de Eugenio. Cuando él regresó, nunca se enterò de esta locura que habìa tenido como protagonista a su vehìculo. 
Pero esta estratagema tampoco diò resultado, y Natalia siguió conmigo, bancándome mis locuras. Creo que la última gran metira, probablemente fué la que surgió más efecto. Un día, en una de esas charlas de almohada le dije a Natalia que habìa tenido problemas con una nena de 8 años que se había enamorado de mi, y que, aunque sin llegar a cosas mayores, yo la habìa besado en la boca y acariciado sus intimidades.
Natalia quedó en silencio por un largo tiempo, y solamente me dijo...... "Estás loco, mi amor, estás loco". 
Supongo que todas estas cosas, sumadas, más el hecho de no haber cumplido mi promesa de abandonarlo todo para estar con ella cuando terminaron las clases a principios de diciembre, fue lo que determinó que Natalia tomara la decisión que debería haber sido mi responsabilidad. 
Nunca nos peleamos. Nunca nos faltamos el respeto. Nunca nos insultamos ni nos gritamos. Sencillamente me dijo que lo nuestro no podìa ser. Me sentí aliviado y regresé a Saavedra como si me hubiera sacado un peso de encima.
Pero aùn faltaba el coletazo del huracàn. Ya en Saavedra, al dìa siguiente tomé conciencia de lo que significaba esto. Habìa perdido  a Natalia para siempre y no lo podrìa soportar. Entré en pánico.
Primero la llamè por telèfono, le supliquè, le rogué, le lloré..... pero Natalia habìa tomado una decisiòn y no se volviò atrás. Dos dìas después la fuì a ver. Lo hice sin avisarle, y cuando me recibió, supe en su mirada que la habìa perdido. Habìa perdido al amor de mi vida, habìa perdido a la mujer a quièn màs he amado. Nadie hubo, ni antes ni después, quièn suscitara en mi un sentimiento ni remotamente similar al amor que tuve por ella.
Aunque en ese momento supe que no se volvería atrás  en su decisiòn, volví a rogarle, suplicarle, lloré y aùn de rodillas le pedí que me aceptara nuevamente, e incluso volvì a mis promesas incumplidas. Finalmente, la amenacè que la tomarìa por la fuerza si era necesario. Pero no cedió. 
Una vez que acepté que no cambiaría su postura, decidí que, si quedábamos como amigos era mejor que no verla más, así que cambiè mi postura, e inclusive, arreglamos para que las dos nenas mayores participaran de una colonia de vacaciones que la parroquia tenìa en Ensenada.

Yo tuve que salir en un viaje de inspecciòn a un campamento scout en Córdoba, y desde allì le escribì la siguiente carta:

27.12-74
Córdoba


Nati,

No estaba seguro de escribirte esta  nota, pero pensé que te lo debo, primero para darte unos días de tranquilidad, hasta mi regreso, y segundo porque, seguramente, con toda la excitación del viaje, no te resultaría agradable volver a pasar momentos con  los que te forcé a vivir con mi insistencia.

En verdad te admiro como persona, quisiera yo tener la fortaleza de carácter que tu tienes. Te rogué, te supliqué, te lloré, te amenace con tomarte, en fin, creo que me arrastré como ante nadie, pero evidentemente, ya era tarde.

Lo dijiste bien, cuando llegás a una decisión no lo haces por impulso, sino sopesadamente, y no cambias, como yo.

Creo que por sobre todas las cosas, debo disculparme porque, debido a mi insistencia, mis ruegos, mi llanto y mi súplica, tú seguramente pasaste momentos incómodos, al verte obligada a rechazarme en toda la línea y en todos mis argumentos.

 Por favor, debí conocerte mejor, pero como dijiste, no soy buen sicólogo.

Te prometo que no volveré sobre el tema a mi regreso, y que respetaré tu decisión sin molestarte nunca más.

Solamente quiero decirte que tienes razón en todo. Fui yo, con mi proceder quien rompió el hermoso cristal de lo que vivimos, y ahora aunque quiera pegar los pedacitos, nunca sería igual.

Tampoco yo soy igual. Salgo de tí mucho mejor de lo que me encontraste.

Estoy; me siento, purificado, dignificado, con los valores reales de la vida, en sus correctas prioridades.

Espero que mi maestra no cambie. No se si seré el único, pero me siento tu discípulo y he comenzado a vivir de acuerdo a tus enseñanzas. Me siento agradecido de haberte conocido, compartido momentos inolvidables, los lindos, los feos, los buenos y malos.

¡Gracias por lo mas extraordinario que me pasó en la vida!

Tommy
     A mediados de enero, Natalia llevó a las nenas a Quilmes para que disfrutaran de la colonia de vacaciones, y nos hablamos dos o tres veces por teléfono, siempre ya, como amigos, y en relaciòn a la participaciòn de las nenas en la colonia.
     Por razones de trabajo, ella no las podrìa ir a buscar a fines de enero, así que me ofrecí a llevàrselas a su casa.
    Cuando llegamos, Natalia ya habìa retirado a la más pequeña de la guardería y nos estaba esperando. Subimos con las nenas hasta su departamento, y Natalia se arrodillò junto a ellas, y se abrazaron, contentas con el reencuentro.
   Las nenas hablaban al mismo tiempo, contándole cómo les habìa ido, y Natalia no tenìa, aparentemente, más ojos y oidos que para ellas.
   Intenté decir algo, pero era como si yo ya no estuviera allì. Grabé en mi memòria fotografica ese cuadro, el que llevè conmigo hasta el dìa de hoy.
    Natalia, hermosa como siempre, arrodillada junto a sus hijas. Jamàs lo pude olvidar.
    Bajè las escaleras en silencio, subì a mi citroen rojo, y me fuì de Quilmes, para nunca màs volver.
    Esa fuè la ùltima vez que vì a Natalia, el gran amor de mi vida.


EPÍLOGO

Pasaron 37 siete años, y ya jubilado, aquì en Hitchin, ingresé a Facebook. Busquè a Natalia del Molino, y la encontrè. Quise contactarme con ella, y me respondió. Aún nos correspondemos por emials.
Al mirar el Mar Mediterraneo, pienso que màs allà de las islas Córcega y Cerdeña, está Barcelona, donde vive una hija de Natalia, la pequeña que cuando me veía estiraba los brazos.

No sé, por ahí me imagino a Natalia visitàndo a su hija en Barcelona, y viene a mi memoria lo que me dijo esa vez, en el restaurante italiano cuando oimos a Leonardo Fabio..... cantando....."Y ella..... ella ya me olvidooo, o-o-o,.... y yo..... y no puedo olvidarla".....

Tomàndome la mano Natalia me dijo....
"No estes triste mi amor... yo jamàs podrìa olvidarte" 

Fin del Cuento Corto " Solo un Sorbo de Felicidad".

5 comentarios:

IlusionesVipa dijo...

Las actividades están cambiadas, por eso algunas no coinciden.
La relación fué absolutamente real. Y también fué real el encuentro que se produjo luego de 37 años. El Viajó de Hitchin a La plata para vernos. Nos intstalamos en un Apart Hotel y vivimos do semanas absolutamente maravillosas, dicho tanto por mi como por él. Yo lo sigo amando pero él, el 30 e enero de 2012 se dió cuenta que no me amaba y me dejó sin una palabra. Bueno despues de todo eso es lo que hacen los cobardes, no?

IlusionesVipa dijo...

Lo que él llama mentiras que me dijo en aquella oportunidad acerca de lo que manifiesta que eran excusas para que yo lo dejara porque él no podía. No son mentiras, son verdades por lo tuvo que renunciar al servicio en el que se desempeñaba en ese momento, porque (segun su comentario), su director había descubierto algo y antes de que lo hecharan prefirió renunciar. Esto me lo comentó él antes de nuestra segunda relación en la actualidad.

IlusionesVipa dijo...

Iré relatando de a poco esta segunda etapa y poniendo para dar eracidad a los dicho algunos de los emails que aún guardo.
Por ahora estoy tratando de sacarme el dolor que tengo en el pecho porque me volvió a destrozas. La diferencia es que ahora me aguanto y no me voy a olidar de nada.

IlusionesVipa dijo...

La fecha del reencuentro fué del 8 al 23 de enero de 2012.
El original de la carta que el copia aquí lo tengo aún guardado.

IlusionesVipa dijo...

Esta es una historia real, no es cuento!!!